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13 – 15 años: Empatía e inteligencia social
Imagina que tu amigo se siente triste, pero no quiere decir por qué. ¿Cómo reaccionarías?
Me quedo a su lado y trato de animarlo de una manera no violenta.
Propongo que hagamos algo juntos para que no tenga que pensar en eso.
Lo dejaré así, si no quiere hablar, es su asunto.
Intentaré preguntarle de manera indirecta para averiguar qué está pasando.
Buscaré a alguien más que pueda ayudarle.
En la escuela ha llegado un nuevo estudiante que no conoce a nadie. ¿Cómo te comportarías?
Me acercaré a él y lo invitaré a unirse a nuestro grupo.
Le daré tiempo para que se mire a su alrededor primero, pero estaré pendiente de si se siente solo.
Si me llama, le ayudaré, pero por mi cuenta no me involucro mucho.
No estoy seguro de cómo debería comportarme con él, así que preferiría evitar el contacto.
Es tarea del maestro, yo no me meto en eso.
Imagina que tu compañero de clase hizo algo vergonzoso frente a toda la clase. ¿Qué harías?
Intentaré aligerar la situación y ayudarle a sentirse mejor.
Me reiré, pero luego le diré que no debe preocuparse.
Prefiero no decir nada, que se olvide rápidamente.
Me uniré a los demás que se ríen, ya que no es nada serio.
Advertiré a los demás que no se rían de él y lo apoyaré.
En un proyecto escolar, tu equipo está discutiendo sobre cómo terminarlo. ¿Cómo te comportarías?
Intentaré mediar un compromiso para que podamos avanzar.
Propongo una votación para resolver el problema democráticamente.
Me mantengo al margen y dejo que los demás lleguen a un acuerdo.
Apoyaré al partido que, en mi opinión, tenga la mejor idea.
Negociar me cansa, prefiero hacer mi parte y que los demás discutan.
Tu amigo te dirá que se siente solo, incluso cuando está rodeado de gente. ¿Cómo reaccionarías?
Le preguntaré por qué se siente así y trataré de entenderle.
Le sugeriré que se una a algún club o grupo.
Le diré que yo también me siento así a veces y que podemos hablar más sobre ello.
Cambiaré de tema para que nos enfoquemos en algo más alegre.
No sé qué decir, así que solo asiento y espero a ver qué dice a continuación.
Ves, que alguien es desagradable con tu amigo. ¿Qué harías?
Lo defenderé y le diré a esa persona que pare.
Lo apoyaré al menos en privado y le diré que puede contar conmigo.
Evaluaré la situación y decidiré si es mejor intervenir o no.
No me voy a meter en eso para no crearme problemas a mí mismo.
Me uniré a los demás para no sentirme fuera del grupo.
Imagina que tu conocido tiene una opinión diferente a la tuya sobre algo importante. ¿Cómo reaccionas?
Escucharé su punto de vista y trataré de entender sus argumentos.
Intentaré explicarle mi punto de vista, pero sin pelear.
Discuto, pero solo si siento que tiene sentido convencerlo.
Insisto en lo mío, porque sé que tengo la razón.
No quiero discutir, así que solo asentiré y lo dejaré así.
En una actividad grupal, te das cuenta de que un compañero está completamente ignorado. ¿Qué harías?
Lo involucraré en la discusión y lo animaré a que se exprese.
Le daré espacio de manera sutil, pero no lo obligaré.
Lo dejaré en sus manos, si quiere estar callado, probablemente tenga una razón para ello.
Ignoro eso, no es mi problema.
Más tarde le preguntaré si todo está bien.
Tu amigo hizo algo mal, pero nadie lo sabe todavía. ¿Qué harás?
Le diré que debería admitirlo, porque es lo correcto.
Le propondré una manera de arreglar la situación sin muchos problemas.
Lo dejaré en sus manos, es su decisión.
No quiero involucrarme, pero si alguien me pregunta, diré la verdad.
Lo cubriré porque es mi amigo.
Imagina que estás en un grupo de personas que están hablando de alguien de manera burlona. ¿Cómo actuarías?
Les diré que no está bien y trataré de cambiar de tema.
No me expreso, pero tampoco me río.
Si no es mi amigo, lo dejaré así.
Me uniré a los chistes para encajar en el grupo.
Me iré porque no me gusta.
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